13 abril 2006

PLANETAS ALREDEDOR DE ESTRELLAS MUERTAS

El Telescopio Spitzer de la NASA ha revelado nuevas evidencias de que las cenizas de una estrella muerta pueden generar planetas.

El telescopio infrarrojo observó la escena alrededor de un pulsar, el remanente de una estrella que estalló, y encontró un disco circundante, formado con los desechos expulsados durante los estertores de su agonía estelar. Los escombros polvorosos en el disco podrían, finalmente, agruparse para formar planetas.

Esta es la primera vez que los científicos detectan material con el que se forman los planetas alrededor de una estrella que pereció en una violenta explosión.
El artículo en donde se informa sobre este descubrimiento del Telescopio Spitzer aparece en el número del 6 de abril de la revista Nature. Otros autores del artículo son Zhongxiang Wang, autor principal y el coautor David Kaplan, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

"Estamos asombrados de que el proceso de formación de planetas parezca ser tan universal", dice el Dr. Deepto Chakrabarty también del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, investigador principal de esta nueva búsqueda. "Los pulsares emiten una gran cantidad de radiación de alta energía, y aun en este duro ambiente, observamos un disco casi idéntico a los que se encuentran alrededor de estrellas jóvenes donde se han formado planetas".
El descubrimiento representa también la pieza perdida de un rompecabezas que surgió en 1992, cuando el Dr. Aleksander Wolszczan de la Universidad de Pennsylvania encontró tres planetas en órbita alrededor de un pulsar denominado PSR B1257+12. Los planetas de dicho pulsar, del doble de tamaño que la Tierra, fueron de hecho los primeros planetas que se encontraron fuera de nuestro sistema solar. Los astrónomos desde entonces han buscado evidencia indirecta de que los planetas de pulsar nacían de un polvoriento disco de escombros, pero nadie hasta ahora había detectado directamente este tipo de disco.
El pulsar observado por Spitzer, llamado 4U 0142+61, se halla a 13.000 años luz de distancia en la constelación Casiopea. Alguna vez fue una estrella grande y brillante, con una masa entre 10 y 20 veces la de nuestro Sol. La estrella probablemente sobrevivió unos 10 millones de años hasta que colapsó por su propio peso hace unos 100.000 años y luego se desintegró en una explosión de supernova.
Algunos de los escombros o "despojos" procedentes de la explosión se conformaron eventualmente en un disco, que hoy orbita los restos comprimidos de la estrella, o pulsar. El Spitzer pudo reconocer el tibio brillo del disco de polvo con sus "ojos" infrarrojos, sensibles al calor. El disco gira a una distancia cercana a 1,5 millones de kilómetros desde el centro de la estrella, y probablemente contiene cerca de 10 masas terrestres de material.

Los pulsares son una clase de remanentes de supernovas, llamados estrellas de neutrones, que son increíblemente densos. Tienen masas de 1,4 veces la del Sol, comprimidas en cuerpos de sólo 16 kilómetros de ancho. Una cucharadita del material que forma una estrella de neutrones puede pesar unos 2.000 millones de toneladas. El pulsar 4U 0142+61 es además un pulsar de rayos X, lo que significa que gira e irradia pulsos de rayos X.

Cualquier planeta que haya girado alrededor de estrellas que han terminado como pulsares fue probablemente incinerado cuando las estrellas estallaron. El disco del pulsar descubierto por el Spitzer podría representar el primer paso en la formación de un nuevo, más exótico tipo de sistema planetario, similar al encontrado por Wolszczan en 1992.

'Es muy emocionante encontrar evidencia directa de que los escombros alrededor de un pulsar son capaces de organizarse en un disco. Este podría ser el principio de una segunda generación de planetas', dice Wolszczan.
Fuente: NASA