19 abril 2006

FILMAN POR PRIMERA VEZ EL PASO DEL BALBUCEO AL HABLA

El big bang del lenguaje humano sucede entre los 18 y los 24 meses de vida. En esa etapa, el niño pasa de balbucear y usar unas pocas palabras a tener un vocabulario de unas 500. Científicos de Barcelona muestran por primera vez las imágenes cerebrales que explican el cambio.

Tres años de un arduo trabajo se resumen en sólo tres páginas y una breve película con un contenido espectacular.
Por primera vez científicos catalanes de CRC Corporación Sanitaria, con la participación de la Universidad de Barcelona y el Centro de Diagnóstico Pedralbes (CDP) han mostrado, gracias a imágenes de resonancia magnética, cómo es el proceso de maduración cerebral del niño en una etapa crucial de la vida: el paso del balbuceo al habla.
El artículo se ha publicado en Neurology y se complementa con una original película a la que se puede acceder gratuitamente aquí
"Es un documento biológico importante, puesto que por primera vez hemos capturado en una película el desarrollo progresivo de diferentes áreas del cerebro que maduran en tiempos distintos", ha señalado Jesús Pujol, neurólogo de CRC Corporación Sanitaria y primer firmante del estudio, realizado en Barcelona.
En total se ha estudiado a cien niños desde el nacimiento hasta los tres años de edad.
Según han comprobado los investigadores, la ampliación vertiginosa del vocabulario ocurre entre los 18 y los 24 meses.
El niño pasa de decir unas cuatro o cinco palabras, quizás algunas más, a utilizar entre cien y quinientas.
Los científicos han estudiado una de las características de la maduración cerebral, la mielinización, y han comprobado cómo el momento de la explosión verbal coincide con una notable maduración de las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje.
Esta maduración se caracteriza por la expansión de la mielina que recubre las conexiones neuronales.

Mielinización
Los resultados del estudio revelan que "entre los 18 y 24 meses de vida las regiones cerebrales del lenguaje terminan una primera fase rápida de maduración en la que se alcanza el 50 por ciento de la mielinización máxima de la edad adulta", ha explicado Pujol.
Según ha precisado, al nacer, el cerebro humano ya contiene todas las neuronas que necesitará en la etapa adulta, unos cien mil millones. Pero aún no están maduras.
A partir de entonces se crean conexiones neuronales, con circuitos cada vez más complejos, que se recubren de mielina.
"El proceso de mielinización aumenta la velocidad de la transmisión neural en la zona del cerebro mielinizada.
Ésta se vuelve eficaz para la función que está destinada".
Después, el proceso de mielinización del cerebro continúa, pero a un ritmo más lento hasta los 25 años y se mantiene, a lo largo de la vida, aunque enlentecido.

Comprender y hablar
En los primeros meses de vida, madura el área sensitivo-motora del cerebro, que está relacionada con las capacidades de moverse, comer, llorar o producir sonidos guturales.
Después de las áreas motoras, maduran las auditivas y visuales.
Y alrededor de los cinco meses se inicia el desarrollo de la región de la comprensión del lenguaje (o área de Wernicke), situada en el lóbulo temporal, y de la producción del lenguaje (área de Broca), en el lóbulo frontal.
"Hasta ahora creíamos que las zonas del cerebro relacionadas con la percepción y la comprensión maduraban antes que las relativas a la producción del lenguaje, ya que el niño primero entiende el significado de las palabras y luego aprende a pronunciarlas.
Pero en las imágenes del estudio hemos visto que los soportes a la comprensión y a la expresión verbal maduran de forma simultánea", ha dicho Pujol.
"Ambas áreas están interconectadas, por lo que no es posible desarrollar una buena producción verbal sin una buena comprensión verbal".
Tras este estudio, el grupo de Pujol investiga ahora cómo madura la sustancia blanca de las áreas del lenguaje en personas bilingües -trabajo que está desarrollando Carles Soriano-Mas- y la existencia de posibles alteraciones de mielina en niños que presentan trastornos del lenguaje.

Experimentos con pájaros y malabaristas
El proceso de mielinización no siempre es perenne, como ha revelado un curioso estudio en NeuroImage sobre una especie de pájaros cantores, los estorninos.
Estas aves aprenden a cantar en verano y dejan de hacerlo en invierno. La facultad del canto, que es estacional, se ha correlacionado con un proceso de mielinización también estacional.
Así, la mielina recubre las áreas del cerebro de estos pájaros involucradas en el canto en verano, mientras que en invierno desaparece, según ha explicado Héctor Ortiz, de CRC Corporación Sanitaria y uno de los autores del trabajo en Neurology sobre la mielinización y su relación con el desarrollo de las áreas del lenguaje.
Otro ejemplo, no menos original, es el que recuerda Carles Soriano-Mas. En otro estudio se enseñó a varias personas a hacer juegos malabares. Esta actividad indujo cambios cerebrales en la región implicada en la percepción visual de los movimientos de los objetos que se lanzan al aire. Tras unos meses sin practicar los malabarismos, esos cambios cerebrales se revirtieron.
Fuente: DIARIO MEDICO