TORMENTAS EN LA LUNA
Cada amanecer lunar, cuando los primeros rayos solares tocan el polvoriento suelo de la Luna después de dos semanas de frías noches, una extraña tormenta merodea en la superficie.
La próxima vez que vea la Luna, localice con su dedo el límite que indica la línea divisoria entre el día y la noche lunar.
Es ahí donde está la tormenta.
Es una larga y escuálida tormenta de polvo que atraviesa el trayecto desde el polo norte al polo sur, remolineando a través de la superficie, siguiendo la línea divisoria donde, inexorablemente, el amanecer marcha en su camino alrededor de la Luna.
¿Nunca escuchó algo sobre esto? Muy pocos lo saben.
Pero los científicos están cada vez más seguros de que esta tormenta es real.
La evidencia proviene de un antiguo experimento del Apolo, llamado Eyecciones Lunares y Meteoritos, LEAM por sus siglas en inglés (Lunar Ejecta and Meteorites).
"Los astronautas del Apolo 17 instalaron el LEAM en la Luna en 1972", explica Timothy Stubbs de la División de Exploración del Sistema Solar del Centro Goddard para Vuelos Espaciales. "LEAM fue diseñado para buscar el polvo levantado por pequeños meteoritos que golpean la superficie lunar".
Derecha: La caja en primer plano es el Experimento Eyecciones Lunares y Meteoritos (LEAM).
Desde hace miles de millones de años, los meteoritos golpean la Luna casi constantemente, pulverizando las rocas y cubriendo la superficie lunar con sus restos polvorientos.
De hecho, esta es la razón por la cual la Luna es tan polvorienta.
Actualmente estos impactos suceden con menos frecuencia, pero aún suceden.
En la era del Apolo, los científicos trataban de averiguar cuánto polvo era expulsado por las colisiones diarias y cuáles eran las propiedades del polvo lunar.
LEAM debía responder estas preguntas usando tres sensores que podían registrar la velocidad, energía y dirección de las minúsculas partículas: cada uno apuntando hacia arriba, al Este y al Oeste.
Durante tres décadas, los datos proporcionados por LEAM fueron intrigantes, ahora son reexaminados por varios grupos independientes de la NASA y científicos universitarios. Gary Olhoeft, profesor de geofísica en la Escuela de Minas de Colorado en Golden, es uno de ellos.
"Para sorpresa de todos", dice Olhoeft, "LEAM encontró un gran número de partículas todas las mañanas, sobretodo provenientes del Este u Oeste —en lugar de arriba o de abajo— y principalmente con velocidades más lentas que las esperadas para una eyección lunar".
¿Qué pudo causar esto?
Stubbs tuvo una idea: "El lado diurno de la Luna está cargado positivamente; el lado nocturno esta cargado negativamente". En la interfase entre el día y la noche, explica, "el polvo cargado electrostáticamente puede ser impulsado de un lado a otro de la línea divisoria", por campos eléctricos horizontales.
Aún más sorprendente, continua Olhoeft, pocas horas después de cada amanecer lunar, la temperatura del experimento se elevó tanto —casi al punto de ebullición del agua— que "el LEAM tuvo que apagarse porque se estaba recalentando".
Estas extrañas observaciones pueden significar que "el polvo lunar eléctricamente cargado estaba adhiriéndose al LEAM, oscureciendo su superficie, de modo que el paquete del experimento absorbía luz solar en vez de reflejarla", especula Olhoeft.
Pero nadie lo sabe con certeza.
LEAM operó por un breve espacio de tiempo: de la helada noche lunar sólo se recopilaron 620 horas de información y apenas 150 horas de datos de un resplandeciente día lunar; después los sensores se apagaron y el programa Apolo terminó.
Los astronautas también pudieron haber visto las tormentas.
Mientras orbitaban la Luna, la tripulación del Apolo 8, 10, 12, y 17 bosquejó "bandas" o "luces crepusculares", donde la luz solar aparentemente se filtraba sobre la superficie lunar a través del polvo.
Esto sucedió antes de cada amanecer y justo después de cada atardecer lunar.
La nave espacial Surveyor de la NASA también fotografió varias "luces en el horizonte" crepuscular, muy semejantes a las que vieron los astronautas.
Ahora una nueva explicación científica esta ganando adeptos, "es posible que estos LTP sean causados por la luz solar reflejada en penachos ascendentes de polvo lunar cargado electrostáticamente", sugiere Olhoeft.
Todo esto le interesa a la NASA porque antes o durante el 2018, los astronautas estarán volviendo a la Luna.
A diferencia de los astronautas del Apolo, los cuales nunca experimentaron un amanecer lunar, los próximos exploradores se instalarán en un puesto permanente.
Estarán allí en la mañana, cuando la tormenta se desarrolle.
La pared de polvo, si existe, pudiera ser diáfana, invisible e inofensiva.
O pudiera ser un problema real, inmovilizando los trajes espaciales, cubriendo superficies y causando recalentamiento en los equipos.
¿Cómo será en realidad? Dice Stubbs, "aún tenemos mucho que aprender acerca de la Luna".
Tomado de NASA Ciencia
La próxima vez que vea la Luna, localice con su dedo el límite que indica la línea divisoria entre el día y la noche lunar.
Es ahí donde está la tormenta.
Es una larga y escuálida tormenta de polvo que atraviesa el trayecto desde el polo norte al polo sur, remolineando a través de la superficie, siguiendo la línea divisoria donde, inexorablemente, el amanecer marcha en su camino alrededor de la Luna.
¿Nunca escuchó algo sobre esto? Muy pocos lo saben.
Pero los científicos están cada vez más seguros de que esta tormenta es real.
La evidencia proviene de un antiguo experimento del Apolo, llamado Eyecciones Lunares y Meteoritos, LEAM por sus siglas en inglés (Lunar Ejecta and Meteorites).
"Los astronautas del Apolo 17 instalaron el LEAM en la Luna en 1972", explica Timothy Stubbs de la División de Exploración del Sistema Solar del Centro Goddard para Vuelos Espaciales. "LEAM fue diseñado para buscar el polvo levantado por pequeños meteoritos que golpean la superficie lunar".
Derecha: La caja en primer plano es el Experimento Eyecciones Lunares y Meteoritos (LEAM).
Desde hace miles de millones de años, los meteoritos golpean la Luna casi constantemente, pulverizando las rocas y cubriendo la superficie lunar con sus restos polvorientos.
De hecho, esta es la razón por la cual la Luna es tan polvorienta.
Actualmente estos impactos suceden con menos frecuencia, pero aún suceden.
En la era del Apolo, los científicos trataban de averiguar cuánto polvo era expulsado por las colisiones diarias y cuáles eran las propiedades del polvo lunar.
LEAM debía responder estas preguntas usando tres sensores que podían registrar la velocidad, energía y dirección de las minúsculas partículas: cada uno apuntando hacia arriba, al Este y al Oeste.
Durante tres décadas, los datos proporcionados por LEAM fueron intrigantes, ahora son reexaminados por varios grupos independientes de la NASA y científicos universitarios. Gary Olhoeft, profesor de geofísica en la Escuela de Minas de Colorado en Golden, es uno de ellos.
"Para sorpresa de todos", dice Olhoeft, "LEAM encontró un gran número de partículas todas las mañanas, sobretodo provenientes del Este u Oeste —en lugar de arriba o de abajo— y principalmente con velocidades más lentas que las esperadas para una eyección lunar".
¿Qué pudo causar esto?
Stubbs tuvo una idea: "El lado diurno de la Luna está cargado positivamente; el lado nocturno esta cargado negativamente". En la interfase entre el día y la noche, explica, "el polvo cargado electrostáticamente puede ser impulsado de un lado a otro de la línea divisoria", por campos eléctricos horizontales.
Aún más sorprendente, continua Olhoeft, pocas horas después de cada amanecer lunar, la temperatura del experimento se elevó tanto —casi al punto de ebullición del agua— que "el LEAM tuvo que apagarse porque se estaba recalentando".
Estas extrañas observaciones pueden significar que "el polvo lunar eléctricamente cargado estaba adhiriéndose al LEAM, oscureciendo su superficie, de modo que el paquete del experimento absorbía luz solar en vez de reflejarla", especula Olhoeft.
Pero nadie lo sabe con certeza.
LEAM operó por un breve espacio de tiempo: de la helada noche lunar sólo se recopilaron 620 horas de información y apenas 150 horas de datos de un resplandeciente día lunar; después los sensores se apagaron y el programa Apolo terminó.
Los astronautas también pudieron haber visto las tormentas.
Mientras orbitaban la Luna, la tripulación del Apolo 8, 10, 12, y 17 bosquejó "bandas" o "luces crepusculares", donde la luz solar aparentemente se filtraba sobre la superficie lunar a través del polvo.
Esto sucedió antes de cada amanecer y justo después de cada atardecer lunar.
La nave espacial Surveyor de la NASA también fotografió varias "luces en el horizonte" crepuscular, muy semejantes a las que vieron los astronautas.
Arriba: "Luces crepusculares" de polvo bosquejadas por astronautas del Apolo 17 en el año 1972.
Ahora una nueva explicación científica esta ganando adeptos, "es posible que estos LTP sean causados por la luz solar reflejada en penachos ascendentes de polvo lunar cargado electrostáticamente", sugiere Olhoeft.
Todo esto le interesa a la NASA porque antes o durante el 2018, los astronautas estarán volviendo a la Luna.
A diferencia de los astronautas del Apolo, los cuales nunca experimentaron un amanecer lunar, los próximos exploradores se instalarán en un puesto permanente.
Estarán allí en la mañana, cuando la tormenta se desarrolle.
La pared de polvo, si existe, pudiera ser diáfana, invisible e inofensiva.
O pudiera ser un problema real, inmovilizando los trajes espaciales, cubriendo superficies y causando recalentamiento en los equipos.
¿Cómo será en realidad? Dice Stubbs, "aún tenemos mucho que aprender acerca de la Luna".
Tomado de NASA Ciencia
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