21 febrero 2006

LA APRATOXINA A ES UN POTENCIAL ANTICANCERÍGENO

El metabolito apratoxina A, presente en las cianobacterias, es un candidato en la urgente búsqueda de nuevos anticancerígenos. Su potencial antitumoral se apoya en dos hallazgos descritos en Nature Chemical Biology por los grupos de Juan Carlos Izpisúa y Peter Schultz.

"La apratoxina A ha revelado una capacidad antagonista específica para el receptor del factor de crecimiento de los fibroblastos (rFGF) y STAT3, moléculas estrechamente vinculadas con la invasión tumoral, metástasis y angiogénesis. Sin duda, esto la convierte en un nuevo candidato para los tratamientos antitumorales", ha declarado el investigador Juan Carlos Izpisúa, a tenor de un estudio que se publica en la edición electrónica de Nature Chemical Biology (Nature Chemical Biology 2006/doi:10.1038/nchembio769), entre cuyos autores figura Juan Carlos Izpisúa Belmonte, que dirige simultáneamente The Institute Salk for Biological Studies, de La Jolla, y el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), y Marina Raya, que investiga en su grupo en ambos centros.
El trabajo es fruto de una colaboración entre investigadores del GNF (The Genomics Institute of the Novartis Research Foundation), liderados por Peter Schultz, que también firma el artículo publicado, y el Salk Institute y el CMRB.
Esta cooperación responde a una motivación común: la búsqueda de nuevos metabolitos con potenciales propiedades antitumorales.
Según Izpisúa, el interés por la apratoxina A "surgió porque su citotoxicidad frente a líneas celulares tumorales sugería la posibilidad de una actividad anticancerígena".

DOS DESCUBRIMIENTOS
Dos hallazgos descritos en el artículo que se publica en Nature Chemical Biology apoyan ahora esa hipótesis.
En primer lugar, se ha comprobado que la apratoxina A inhibe la fosforilación de STAT3, un factor de transcripción relacionado con diferentes tipos de cáncer, que requiere ser translocado del citoplasma al núcleo de la célula, por una reacción de fosforilación mediada por rFGF. Y en segundo lugar, a través de un estudio funcional de células se ha visto que la inducción ectópica de rFGF atenúa la actividad apoptósica de apratoxina A.
Por lo tanto, la apratoxina A, mediante su antagonismo con rFGF, bloquea la actividad de STAT3.
"El hecho de que aumentos tanto en la señalización de FGF como en la actividad de STAT3 estén asociados con la invasión tumoral y metástasis convierte a la apratoxina A en un potencial anticancerígeno", ha insistido Izpisúa.
La selectividad citotóxica de la apratoxina A ha sido probada frente a un panel de 60 líneas celulares tumorales (NCI-60), entre las que presentan mayor sensibilidad las de osteosarcoma (U2OS), de cáncer de colon (HT29), cáncer del sistema nervioso central (SF-539), melanoma maligno (LOX IMVI), leucemia (RPMI-8226 y SR).
Pero, pese a su potencial, tanto los investigadores académicos como del entorno industrial consideran "imprescindible un estudio más detallado de la actividad de esta toxina in vivo que permita identificar la diana específica sobre la que actúa y aumentar su especificidad y eficacia para tratar procesos tumorales".
Según ha recordado, es un compuesto de reciente identificación (el pez cebra, modelo que utiliza su grupo, ha permitido su caracterización) y apenas hay grupos que la estudien; además del suyo y el de Schultz, trabajan el de Craig Forsythdel, de Minnesota, y el de Takashi Takahashi, de Tokio.

LLEGA EL COORDINADOR CIENTÍFICO DEL CMRB
El investigador Ángel Raya, mano derecha de Juan Carlos Izpisúa en The Salk Institute for Biological Studies y profesor de Icrea, ha sido el primer científico en desembarcar en las instalaciones provisionales del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), hasta su traslado al Parque de Investigación Biomédica de Barcelona.
Raya, que ha trabajado durante cinco años en el Salk, será el coordinador científico del CMRB, que cofinancian la Generalitat y el Ministerio de Sanidad.
El objetivo del primer año será fichar a unos 20 científicos postdoctorales.
Fuente: DIARIO MEDICO