20 febrero 2006

HURACANES ELÉCTRICOS


El sonido retumbante de los truenos y el crepitar de los relámpagos usualmente significan sólo una cosa: que se acerca una tormenta.
Sin embargo, por extraño que parezca, las más intensas de todas las tormentas, los huracanes, carecen notablemente de relámpagos.
Los huracanes producen ventarrones, lluvias e inundaciones pero en muy raras ocasiones crepitan con relámpagos.
Sorpresa: durante la temporada de huracanes de 2005, que no ha tenido precedente, tres de las tormentas más potentes —Rita, Katrina y Emily— sí presentaron una gran actividad de relampagueo.
Y a los investigadores les gustaría saber porqué.
Richard Blakeslee del Centro Mundial de Hidrología y Clima (GHCC, por sus siglas en inglés) en Huntsville, Alabama, fue uno de los científicos del equipo dedicados a la exploración del Huracán Emily utilizando la aeronave ER-2 de la NASA, una versión modificada del famoso avión de espionaje U-2, con fines de investigación.
Al volar a una altura superior a la de la tormenta, notaron un relampagueo frecuente en la pared cilíndrica de las nubes que rodeaban el ojo del huracán.
Se presentaron las dos formas de relampagueo, de nube a nube y de nube a tierra con "unas cuantas fulguraciones por minuto", apunta Blakeslee.


Izquierda: Fotografía del ojo del Huracán Emily tomada desde la Estación Espacial Internacional.

"Usualmente no existe tanto relampagueo en la región de las paredes que rodean el ojo", admite.
"Por esto, cuando la gente advierte que allí existe actividad de relámpagos, —dicen, bueno, algo raro está sucediendo".
En efecto, comparados con cualquier otra tormenta, los campos eléctricos por encima de Emily se encontraban entre los más poderosos que hayan evaluado los detectores de la aeronave.
"Observamos campos constantes superiores a los 8 kilovoltios por metro", explica Blakeslee.
"Eso es tremendo —es comparable a los campos eléctricos más poderosos que uno espera encontrar sobre una tormenta eléctrica terrestre de escala media".
El vuelo sobre Emily formaba parte de una campaña científica de recolección de datos con una duración de 30 días, organizada en julio de 2005 y patrocinada por el centro de operaciones de la NASA para aumentar el conocimiento de sus científicos acerca de los huracanes. Blakeslee y otros científicos de la NASA, la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Norteamericana) y de 10 universidades estadounidenses, viajaron a Costa Rica para la campaña, conocida como "Sistemas y Procesos de Nubosidad Tropical".
Desde el aeropuerto internacional cercano a San José, la capital de Costa Rica, podían volar en el ER-2 tanto hacia las tormentas en el Caribe como hacia las del este del Océano Pacífico.
Combinaron la información obtenida por el ER-2 con la información de los satélites y detectores de base terrestre para obtener una visualización completa de cada tormenta.
La campaña no incluyó ni a Rita ni a Katrina.
El relampagueo en esas tormentas fue medido por medio de detectores terrestres de larga distancia, no por el ER-2, así que no se conoce mucho acerca de sus campos eléctricos
.


Arriba: La aeronave ER-2 en vuelo hacia un huracán.

No obstante, es posible observar ciertas similitudes:
(1) las tres tormentas eran potentes: a Emily se le clasificó dentro de la Categoría 4, Rita y Katrina fueron clasificadas en la Categoría 5;
(2) las tres tormentas pasaban sobre agua cuando se detectó el relampagueo;
y (3) en cada caso, el relampagueo se localizaba cerca de las paredes que rodean el ojo del huracán.
¿Qué significa todo esto?

La respuesta podría enseñar a los científicos algo nuevo acerca del mecanismo interno de los huracanes.
"De hecho", admite Blakeslee, "entendemos la razón por la cual la mayoría de los huracanes no presenta relampagueo. Les falta el ingrediente clave: vientos verticales".
Dentro de las nubes de tormenta, los vientos verticales hacen que los cristales de hielo y las gotitas de agua (llamadas "hidrometeoros") rocen unos con otros.

Este "roce" es la causa de que los hidrometeoros se carguen eléctricamente.
Imagine cuando alguna vez ha caminado en calcetines sobre una alfombra de algodón y frota sus pies contra ésta —¡zas! Es el mismo principio.
Por razones no del todo comprensibles, una carga eléctrica positiva se acumula en partículas más pequeñas mientras que una carga negativa se adhiere a las más grandes.
Los vientos y la gravedad separan los hidrometeoros cargados, produciendo un enorme campo eléctrico dentro de la tormenta.
Éste es el origen del relampagueo.
Los vientos en un huracán son en su mayoría horizontales, no verticales. Así es que el agitado movimiento vertical que ayuda a producir el relampagueo normalmente no sucede.
Anteriormente se había observado que existe relampagueo en los huracanes.
En 1998, durante una campaña de campo llamada CAMEX-3, los científicos detectaron relampagueo en el ojo del huracán Georges conforme surcaba por la isla caribeña La Española.
El relampagueo probablemente se debía a que el aire estaba siendo forzado hacia arriba —fenómeno conocido como "forzamiento orográfico"— cuando el huracán arremetió contra las montañas.
"La probabilidad de formación de relámpagos aumenta cuando los huracanes llegan a tierra firme", observa Blakeslee.
Pero no había montañas debajo de los "huracanes eléctricos" de 2005 —solamente agua sin movimiento.
Puesto que Emily, Rita y Katrina fueron excepcionalmente potentes, es tentadora la explicación de que el relampagueo que produjeron se originó como resultado de la misma violencia del huracán.
Pero Blakeslee afirma que esta explicación es demasiado simple.
"Otras tormentas han sido igualmente intensas y no produjeron mucho relampagueo", dice. "Debe haber otros factores que intervienen".
Es demasiado pronto para afirmar con certeza cuál es el factor que falta. Los científicos necesitarán meses para analizar página por página la información recolectada en la campaña de este año, antes de tener la posibilidad de encontrar una respuesta.
Blakeslee asevera: "Todavía tenemos mucho que aprender acerca de los huracanes".
Fuente: NASA CIENCIA