ESQUIANDO EN LA LUNA
Aquí, la información para esquiadores no puede ser mejor: cielo despejado, ausencia de viento, pendientes suaves y una profunda capa de polvo que aguantará sin derretirse al menos cinco mil millones de años.
Agarren sus bastones y preparen el equipaje.
Sólo una cosa, no olviden el traje espacial, porque iremos a la Luna.
Más de un astronauta del Apolo recordó maravillosos paisajes invernales al ver las montañas lunares cubiertas de polvo.
"Mi traje para la nieve está listo", bromeó Ed Mitchell, piloto del Apolo 14, tras enfundarse su traje espacial para un paseo en torno a Fra Mauro.
El comandante Al Shepard estuvo de acuerdo, "Estás listo para salir y jugar en la nieve"."¡Hombre, esto es muy hermoso! Me recuerda a Sun Valley (una estación de esquí en Idaho)", exclamó por radio Jim Irwin, del Apolo 15, desde su lugar de aterrizaje cerca de la sinuosa Fisura Hadley.
Bajo sus pies, el suelo era mullido como "suave nieve en polvo".
Elevándose más de 3.700 metros —11.000 pies— sobre él, el Monte Hadley Delta se asemejaba extrañamente "al Dollar Mountain en Sun Valley, una colina con grandes condiciones para la práctica del esquí".
(Tras la misión, Irwin se lamentaba, "si hubiera sabido que Sun Valley iba a invitarme a visitarles, ¡habría mencionado a todas las demás grandes estaciones de esquí del mundo!")
"Colega, ¡esto sí que es conducir!", exclamó Charlie Duke, poniendo a prueba el vehículo lunar del Apolo 16 alrededor de las Tierras Altas Descartes.
"A veces patina hacia atrás", informó, "pero no hay problema".
En el asiento del copiloto, el comandante John Young intervino, "Es como conducir sobre la nieve, Houston. ¡Por Dios!"
Increíble pero cierto: a 375.000 km —un cuarto de millón de millas— de la Tierra, en un mundo donde el Sol de mediodía calienta el suelo más que el agua hirviendo, los astronautas del Apolo no podían dejar de hablar de la nieve.
Pero a nadie le picó el gusanillo tan fuerte como al geólogo del Apolo 17 "Jack" Schmitt.
"¡Qué lástima no tener mis esquís!", exclamó por radio a Houston desde un objetivo geológico en el montañoso Valle de Taurus-Littrow.
Jack, ¿sacaste una panorámica desde ahí arriba? El comandante Gene Cernan le recuerda a Schmitt fotografiar el lugar.
Schmitt: "No, lo olvidé. Ahora me interesa el esquí".
Cernan: "Yo la sacaré".
Él mismo hace el trabajo.Jack coloca sus dos piernas en postura de esquí, y repite el ruido de esquís deslizándose: "Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. ¡Whoo! Me voy de lado. (Pausa) Shhhoomp. Shhhoomp.
Es un poco difícil conseguir una buena rotación de caderas".
Refinando su técnica mediante ensayo y error, Schmitt inventó rápidamente un método para esquiar en la Luna sin equipo.
Podéis llamarlo "esquí de travesía lunar".
"En la baja gravedad lunar", explicaría 35 años después, "se puede esquiar por encima del polvo lunar: y yo lo hice.
Imagínense el balanceo de brazos y piernas al estilo del esquí de travesía.
Con cada empujón de la punta de sus pies, su cuerpo se desliza hacia delante por encima del suelo.
Balancea, planea, balancea, planea.
Las únicas marcas que dejas en el polvo lunar son las huellas de la punta de tus pies".
Cernan llamó a esto "tranquear", y no le hacía mucha gracia, prefiriendo su propio "salto de canguro" para moverse. Pero esa es otra historia.
Si hubiera podido, Schmitt habría intentado esquiar descendiendo colina abajo.
"Creo que las técnicas de descenso funcionarían muy bien en la Luna", dice.
"Incluso tienes montículos donde saltar ya preparados, los cráteres de impacto de las laderas. La gravedad lunar permitiría realizar todo tipo de saltos y cabriolas que serían difíciles de hacer en la Tierra".
Sólo hay un problema: a diferencia de la verdadera nieve, "el polvo lunar es muy abrasivo".
Los astronautas del Apolo lo descubrieron cuando se introdujo en sus trajes espaciales.
El polvo lunar se infiltraba en cada rincón, causando fugas de aire, soldando juntas y arañando rodamientos.
Era una tremenda molestia.
El polvo lunar es abrasivo debido a la manera violenta en que se forma.
Durante miles de millones de años, asteroides grandes y pequeños han golpeado la superficie lunar, astillando rocas y fundiendo el suelo para formar vidrio.
El golpeo incesante (qué continúa aún hoy) ha suavizado las aserradas montañas lunares convirtiéndolas en laderas adecuadas para el esquí, y ha recubierto la Luna con un residuo polvoriento hecho de vidrios rotos y rocas afiladas: el polvo lunar.
"Para esquiar en la Luna, necesitarías un equipo que pudiera deslizarse sobre este material tan abrasivo. Quizá unos esquís recubiertos de Teflón podrían servir", sugiere Schmitt.
El Teflón tiene el coeficiente de fricción más bajo que se conoce para un material sólido.
No es una idea tan descabellada.
Aquí en la Tierra, la gente esquía en dunas de arena, por ejemplo en el Gran Parque Nacional de las Dunas de Arena en Colorado.
Unos esquís normales recubiertos con rocío lubricante de silicona o WD-40 se deslizan sobre las dunas como si fueran cuidadas pistas de esquí.
Un trineo hecho con cartón y cinta para tuberías también funcionaría.
Pero, previene Schmitt, "el polvo lunar es mucho más abrasivo que la arena".
Un grano típico de arena terrestre mide entre 250 y 500 micras (millonésimas de metro) de diámetro y tiene bordes redondeados.
Resbalan con facilidad unos sobre otros, se deslizan y ruedan.
Por el contrario, un típico grano de polvo lunar mide menos de 100 micras y tiene bordes muy afilados.
Los finos granos se agarran unos a otros "como Velcro", dice Schmitt, "y arañan cualquier cosa que entre en contacto con ellos".
Unos esquís recubiertos de Teflón podrían no durar mucho.
¿Es hora de inventar un nuevo material? La NASA volverá a la Luna, con una primera oleada de astronautas programada en torno a 2018.
El objetivo a largo plazo es establecer una base permanente.
Esquís y trineos podrían resultar útiles para el transporte diario o para el recreo de fin de semana.
A Schmitt también le gustaría regresar.
El polvo es cosa de otro mundo.
Fuente: NASA
Agarren sus bastones y preparen el equipaje.
Sólo una cosa, no olviden el traje espacial, porque iremos a la Luna.
Más de un astronauta del Apolo recordó maravillosos paisajes invernales al ver las montañas lunares cubiertas de polvo.
"Mi traje para la nieve está listo", bromeó Ed Mitchell, piloto del Apolo 14, tras enfundarse su traje espacial para un paseo en torno a Fra Mauro.
El comandante Al Shepard estuvo de acuerdo, "Estás listo para salir y jugar en la nieve"."¡Hombre, esto es muy hermoso! Me recuerda a Sun Valley (una estación de esquí en Idaho)", exclamó por radio Jim Irwin, del Apolo 15, desde su lugar de aterrizaje cerca de la sinuosa Fisura Hadley.
Bajo sus pies, el suelo era mullido como "suave nieve en polvo".
Elevándose más de 3.700 metros —11.000 pies— sobre él, el Monte Hadley Delta se asemejaba extrañamente "al Dollar Mountain en Sun Valley, una colina con grandes condiciones para la práctica del esquí".
(Tras la misión, Irwin se lamentaba, "si hubiera sabido que Sun Valley iba a invitarme a visitarles, ¡habría mencionado a todas las demás grandes estaciones de esquí del mundo!")
"Colega, ¡esto sí que es conducir!", exclamó Charlie Duke, poniendo a prueba el vehículo lunar del Apolo 16 alrededor de las Tierras Altas Descartes.
"A veces patina hacia atrás", informó, "pero no hay problema".
En el asiento del copiloto, el comandante John Young intervino, "Es como conducir sobre la nieve, Houston. ¡Por Dios!"
Increíble pero cierto: a 375.000 km —un cuarto de millón de millas— de la Tierra, en un mundo donde el Sol de mediodía calienta el suelo más que el agua hirviendo, los astronautas del Apolo no podían dejar de hablar de la nieve.
Pero a nadie le picó el gusanillo tan fuerte como al geólogo del Apolo 17 "Jack" Schmitt.
"¡Qué lástima no tener mis esquís!", exclamó por radio a Houston desde un objetivo geológico en el montañoso Valle de Taurus-Littrow.
Jack, ¿sacaste una panorámica desde ahí arriba? El comandante Gene Cernan le recuerda a Schmitt fotografiar el lugar.
Schmitt: "No, lo olvidé. Ahora me interesa el esquí".
Cernan: "Yo la sacaré".
Él mismo hace el trabajo.Jack coloca sus dos piernas en postura de esquí, y repite el ruido de esquís deslizándose: "Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. Shhh. ¡Whoo! Me voy de lado. (Pausa) Shhhoomp. Shhhoomp.
Es un poco difícil conseguir una buena rotación de caderas".
Refinando su técnica mediante ensayo y error, Schmitt inventó rápidamente un método para esquiar en la Luna sin equipo.
Podéis llamarlo "esquí de travesía lunar".
"En la baja gravedad lunar", explicaría 35 años después, "se puede esquiar por encima del polvo lunar: y yo lo hice.
Imagínense el balanceo de brazos y piernas al estilo del esquí de travesía.
Con cada empujón de la punta de sus pies, su cuerpo se desliza hacia delante por encima del suelo.
Balancea, planea, balancea, planea.
Las únicas marcas que dejas en el polvo lunar son las huellas de la punta de tus pies".
Cernan llamó a esto "tranquear", y no le hacía mucha gracia, prefiriendo su propio "salto de canguro" para moverse. Pero esa es otra historia.
Si hubiera podido, Schmitt habría intentado esquiar descendiendo colina abajo.
"Creo que las técnicas de descenso funcionarían muy bien en la Luna", dice.
"Incluso tienes montículos donde saltar ya preparados, los cráteres de impacto de las laderas. La gravedad lunar permitiría realizar todo tipo de saltos y cabriolas que serían difíciles de hacer en la Tierra".
Sólo hay un problema: a diferencia de la verdadera nieve, "el polvo lunar es muy abrasivo".
Los astronautas del Apolo lo descubrieron cuando se introdujo en sus trajes espaciales.
El polvo lunar se infiltraba en cada rincón, causando fugas de aire, soldando juntas y arañando rodamientos.
Era una tremenda molestia.
El polvo lunar es abrasivo debido a la manera violenta en que se forma.
Durante miles de millones de años, asteroides grandes y pequeños han golpeado la superficie lunar, astillando rocas y fundiendo el suelo para formar vidrio.
El golpeo incesante (qué continúa aún hoy) ha suavizado las aserradas montañas lunares convirtiéndolas en laderas adecuadas para el esquí, y ha recubierto la Luna con un residuo polvoriento hecho de vidrios rotos y rocas afiladas: el polvo lunar.
"Para esquiar en la Luna, necesitarías un equipo que pudiera deslizarse sobre este material tan abrasivo. Quizá unos esquís recubiertos de Teflón podrían servir", sugiere Schmitt.
El Teflón tiene el coeficiente de fricción más bajo que se conoce para un material sólido.
No es una idea tan descabellada.
Aquí en la Tierra, la gente esquía en dunas de arena, por ejemplo en el Gran Parque Nacional de las Dunas de Arena en Colorado.
Unos esquís normales recubiertos con rocío lubricante de silicona o WD-40 se deslizan sobre las dunas como si fueran cuidadas pistas de esquí.
Un trineo hecho con cartón y cinta para tuberías también funcionaría.
Pero, previene Schmitt, "el polvo lunar es mucho más abrasivo que la arena".
Un grano típico de arena terrestre mide entre 250 y 500 micras (millonésimas de metro) de diámetro y tiene bordes redondeados.
Resbalan con facilidad unos sobre otros, se deslizan y ruedan.
Por el contrario, un típico grano de polvo lunar mide menos de 100 micras y tiene bordes muy afilados.
Los finos granos se agarran unos a otros "como Velcro", dice Schmitt, "y arañan cualquier cosa que entre en contacto con ellos".
Unos esquís recubiertos de Teflón podrían no durar mucho.
¿Es hora de inventar un nuevo material? La NASA volverá a la Luna, con una primera oleada de astronautas programada en torno a 2018.
El objetivo a largo plazo es establecer una base permanente.
Esquís y trineos podrían resultar útiles para el transporte diario o para el recreo de fin de semana.
A Schmitt también le gustaría regresar.
El polvo es cosa de otro mundo.
Fuente: NASA
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