LA FÓRMULA PARA EL VIAJE INTERESTELAR
Los túneles de protones que existen en laboratorios de EE.UU. y Europa podrían probar en un par de años la antigravedad, asegura Franklin Felber. Este científico afirma haber resuelto la ecuación de campo gravitatorio formulada por Albert Einstein.
"Mi fórmula es la primera solución en lo que se refiere al movimiento de una masa a la velocidad de la luz", declara desde Albuquerque (Nuevo México).
El físico, con más de 30 años de carrera científica en las fuerzas armadas de EE.UU., presenta su "solución puramente matemática, que no se ha probado en laboratorio" ante el Foro de Tecnología Espacial y Aplicaciones, al que asisten más de 1.500 expertos.
"Cuando una masa viaja a velocidades superiores al 57,7% de la velocidad de la luz, el campo gravitatorio en su senda" cambia y en vez de atraer objetos, los repele, explicó.
"Hay un cono de antigravedad hacia adelante del objeto en movimiento, y otro más débil hacia atrás".
"Esa fuerza repulsiva se torna extraordinariamente fuerte a medida que la masa que la produce se aproxima a la velocidad de la luz", añadió.
Felber apuntó su presentación a las posibilidades de aprovechar ese empujón de antigravedad para los viajes de naves espaciales, con tripulantes, a través de grandes distancias del espacio y a la velocidad de la luz.
"Con los medios convencionales, la cantidad de energía que se necesita para mover a una nave espacial a una décima de la velocidad de la luz equivale a 30.000 millones de toneladas de dinamita, o dos millones de bombas atómicas similares a la que se hizo estallar (en 1954) sobre Hiroshima", explicó.
La aceleración tiene otros problemas: "El equipo puede romperse, y la presión puede convertir en fluido lo que se acelera, incluido el acero, que se torna un fluido si se le acelera demasiado". Pero el impulso recibido del supuesto cono de antigravedad de un objeto espacial que viaje a gran velocidad resolvería estos problemas, según Felber.
"La nave espacial llegaría hasta un punto en la trayectoria del objeto acelerado", dijo.
"Cuando el cono de antigravedad se aproximara, empujaría a la nave en la dirección que se haya planificado, y la nave ya no necesitaría más empujones ni más propulsión".
No obstante, admitió, "actualmente no conocemos un objeto espacial que tenga estas características de gran masa y desplazamiento a velocidades que superen el 57,7% de la velocidad de la luz".
La agencia espacial estadounidense NASA completó en octubre la misión de su Sonda de Gravedad B, un proyecto que se había propuesto en 1962 y se concretó con el lanzamiento del aparato en abril de 2004.
Los científicos analizan ahora la información recogida por la Sonda B, una misión que, con un costo total de más de mil millones de dólares, procuró esbozar la curvatura del espacio en la vecindad de la Tierra, y la medición del grado en el cual la rotación de la Tierra arrastraba a ese satélite.
Ambos fenómenos fueron previstos por la teoría general de la relatividad formulada por Einstein.
"Pero la fuerza de gravedad de la Tierra es muy poca, y la rotación es muy lenta", dijo Felber.
"Por mucho menos que el costo de la Sonda B, se podría tener una prueba más seria y detallada de la teoría de la gravedad".
"Esto puede hacerse en los túneles (anillos) de almacenamiento de protones que existen en Estados Unidos y en Europa, lo cual quiere decir que nadie tendría el monopolio de la demostración de la antigravedad en un par de años. Los protones viajan a velocidades cercanas a la de la luz", afirmó.
Fuente: AGENCIA EFE
"Mi fórmula es la primera solución en lo que se refiere al movimiento de una masa a la velocidad de la luz", declara desde Albuquerque (Nuevo México).
El físico, con más de 30 años de carrera científica en las fuerzas armadas de EE.UU., presenta su "solución puramente matemática, que no se ha probado en laboratorio" ante el Foro de Tecnología Espacial y Aplicaciones, al que asisten más de 1.500 expertos.
"Cuando una masa viaja a velocidades superiores al 57,7% de la velocidad de la luz, el campo gravitatorio en su senda" cambia y en vez de atraer objetos, los repele, explicó.
"Hay un cono de antigravedad hacia adelante del objeto en movimiento, y otro más débil hacia atrás".
"Esa fuerza repulsiva se torna extraordinariamente fuerte a medida que la masa que la produce se aproxima a la velocidad de la luz", añadió.
Felber apuntó su presentación a las posibilidades de aprovechar ese empujón de antigravedad para los viajes de naves espaciales, con tripulantes, a través de grandes distancias del espacio y a la velocidad de la luz.
"Con los medios convencionales, la cantidad de energía que se necesita para mover a una nave espacial a una décima de la velocidad de la luz equivale a 30.000 millones de toneladas de dinamita, o dos millones de bombas atómicas similares a la que se hizo estallar (en 1954) sobre Hiroshima", explicó.
La aceleración tiene otros problemas: "El equipo puede romperse, y la presión puede convertir en fluido lo que se acelera, incluido el acero, que se torna un fluido si se le acelera demasiado". Pero el impulso recibido del supuesto cono de antigravedad de un objeto espacial que viaje a gran velocidad resolvería estos problemas, según Felber.
"La nave espacial llegaría hasta un punto en la trayectoria del objeto acelerado", dijo.
"Cuando el cono de antigravedad se aproximara, empujaría a la nave en la dirección que se haya planificado, y la nave ya no necesitaría más empujones ni más propulsión".
No obstante, admitió, "actualmente no conocemos un objeto espacial que tenga estas características de gran masa y desplazamiento a velocidades que superen el 57,7% de la velocidad de la luz".
La agencia espacial estadounidense NASA completó en octubre la misión de su Sonda de Gravedad B, un proyecto que se había propuesto en 1962 y se concretó con el lanzamiento del aparato en abril de 2004.
Los científicos analizan ahora la información recogida por la Sonda B, una misión que, con un costo total de más de mil millones de dólares, procuró esbozar la curvatura del espacio en la vecindad de la Tierra, y la medición del grado en el cual la rotación de la Tierra arrastraba a ese satélite.
Ambos fenómenos fueron previstos por la teoría general de la relatividad formulada por Einstein.
"Pero la fuerza de gravedad de la Tierra es muy poca, y la rotación es muy lenta", dijo Felber.
"Por mucho menos que el costo de la Sonda B, se podría tener una prueba más seria y detallada de la teoría de la gravedad".
"Esto puede hacerse en los túneles (anillos) de almacenamiento de protones que existen en Estados Unidos y en Europa, lo cual quiere decir que nadie tendría el monopolio de la demostración de la antigravedad en un par de años. Los protones viajan a velocidades cercanas a la de la luz", afirmó.
Fuente: AGENCIA EFE
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