LA BACTERIA QUE DESTRONÓ AL ESTRÉS
Los investigadores australianos Barry J. Marshall, de 54 años, y J. Robin Warren, de 68, han sido distinguidos con el Premio Nobel de Medicina correspondiente a este año por los trabajos que condujeron en 1982 al descubrimiento de que la bacteria Helicobacter pylori era la causante principal de la gastritis y la úlcera de estómago y de duodeno.
Ellos acabaron con la creencia extendida hasta entonces de que la úlcera se debía a un ignoto mecanismo provocado por el estrés.
Dicha bacteria con forma de espiral forma colonias en la cavidad estomacal en aproximadamente el 50% de las personas, especialmente en los países subdesarrollados, sin mostrar síntomas en la mayoría de los casos.
La bacteria se suele contagiar en la infancia y mientras en los países desarrollados tiene una prevalencia del 40%, en los menos desarrollados puede alcanzar el 70% ya que el contagio se produce a través del agua que beben.
Entre un 10% y un 15% de las personas infectadas desarrollan en algún momento de su vida una úlcera cuyas localizaciones más frecuentes son el estómago y el duodeno y que en sus formas más agudas suelen provocar hemorragias y complicaciones importantes.
Marshall y Warren descubrieron el papel de la bacteria y con ello pusieron fin a la teoría de que las úlceras estaban causadas por los nervios o el estrés.
Durante la investigación el propio Marshall llegó a inocularse la bacteria.
El hallazgo abrió las puertas a un sencillo tratamiento efectivo en más del 80% de los casos de úlcera: los antibióticos.
El problema es que el tratamiento debe prescribirse con mucho cuidado ante el riesgo de que la bacteria desarrolle resistencias.
Por eso los expertos aconsejan no comenzar a tratar a la persona infectada hasta que no aparezcan síntomas.
La bacteria se transmite por el agua, especialmente en los países menos desarrollados, o de la madre al hijo durante el embarazo, en los países con mejores sistemas sanitarios.
La infección puede permanecer en estado latente, y depende de otros factores, como la predisposición genética o la dieta, el que produzca la inflamación que desencadena la úlcera, por un mecanismo que todavía no se conoce bien.
El proceso de actuación de la Helicobacter pylori comienza con una inflamación en la parte inferior del estómago.
Esta indisposición provoca un aumento de la secreción de ácidos, que a su vez atacan la membrana que protege la cara interna del aparato digestivo.
En un estado más avanzado, aparecen heridas en la membrana estomacal y en la del duodeno (las úlceras).
Una parte de estos casos evoluciona con el tiempo hacia un cáncer de estómago.
Se sabe que esta bacteria es extremadamente variable y que incluso en el mismo individuo infectado no todas son iguales.
A través del estudio de las úlceras y las lesiones cancerígenas provocadas en animales de experimentación se ha podido penetrar en los mecanismos de la enfermedad y describirlos mejor.
La infección se puede diagnosticar mediante un test del aliento y mediante una biopsia de la mucosa gástrica.
Los estudios más recientes se han centrado en investigar el papel que juega la caída de las defensas del sistema inmunológico en el desarrollo de las enfermedades causadas por esta bacteria.
Pero no hay todavía conclusiones definitivas.Los descubrimientos de Marshall y Warren, dos investigadores con un destacado currículo internacionalmente reconocido a través de numerosas distinciones, estimularon nuevas aportaciones científicas en ese campo, que permitieron profundizar el conocimiento de un problema médico que tenía un fuerte impacto social.
El premio Nobel reconoce la "excepcional visión" de los científicos, que a partir del hallazgo de una bacteria en las biopsias de un centenar de pacientes, establecieron la relación utilizando técnicas sencillas al alcance de cualquier centro sanitario avanzado de la época, como la endoscopia, coloración de tejidos o cultivos.
La idea de que la úlcera estaba causada por un microorganismo ha abierto otras posibilidades, como la de que exista relación entre bacterias o virus y otras enfermedades como la artritis, la arterioesclerosis y la colitis ulcerosa.
Tomado de Ricardo Moreno en EL PAIS
Ellos acabaron con la creencia extendida hasta entonces de que la úlcera se debía a un ignoto mecanismo provocado por el estrés.
Dicha bacteria con forma de espiral forma colonias en la cavidad estomacal en aproximadamente el 50% de las personas, especialmente en los países subdesarrollados, sin mostrar síntomas en la mayoría de los casos.
La bacteria se suele contagiar en la infancia y mientras en los países desarrollados tiene una prevalencia del 40%, en los menos desarrollados puede alcanzar el 70% ya que el contagio se produce a través del agua que beben.
Entre un 10% y un 15% de las personas infectadas desarrollan en algún momento de su vida una úlcera cuyas localizaciones más frecuentes son el estómago y el duodeno y que en sus formas más agudas suelen provocar hemorragias y complicaciones importantes.
Marshall y Warren descubrieron el papel de la bacteria y con ello pusieron fin a la teoría de que las úlceras estaban causadas por los nervios o el estrés.
Durante la investigación el propio Marshall llegó a inocularse la bacteria.
El hallazgo abrió las puertas a un sencillo tratamiento efectivo en más del 80% de los casos de úlcera: los antibióticos.
El problema es que el tratamiento debe prescribirse con mucho cuidado ante el riesgo de que la bacteria desarrolle resistencias.
Por eso los expertos aconsejan no comenzar a tratar a la persona infectada hasta que no aparezcan síntomas.
La bacteria se transmite por el agua, especialmente en los países menos desarrollados, o de la madre al hijo durante el embarazo, en los países con mejores sistemas sanitarios.
La infección puede permanecer en estado latente, y depende de otros factores, como la predisposición genética o la dieta, el que produzca la inflamación que desencadena la úlcera, por un mecanismo que todavía no se conoce bien.
El proceso de actuación de la Helicobacter pylori comienza con una inflamación en la parte inferior del estómago.
Esta indisposición provoca un aumento de la secreción de ácidos, que a su vez atacan la membrana que protege la cara interna del aparato digestivo.
En un estado más avanzado, aparecen heridas en la membrana estomacal y en la del duodeno (las úlceras).
Una parte de estos casos evoluciona con el tiempo hacia un cáncer de estómago.
Se sabe que esta bacteria es extremadamente variable y que incluso en el mismo individuo infectado no todas son iguales.
A través del estudio de las úlceras y las lesiones cancerígenas provocadas en animales de experimentación se ha podido penetrar en los mecanismos de la enfermedad y describirlos mejor.
La infección se puede diagnosticar mediante un test del aliento y mediante una biopsia de la mucosa gástrica.
Los estudios más recientes se han centrado en investigar el papel que juega la caída de las defensas del sistema inmunológico en el desarrollo de las enfermedades causadas por esta bacteria.
Pero no hay todavía conclusiones definitivas.Los descubrimientos de Marshall y Warren, dos investigadores con un destacado currículo internacionalmente reconocido a través de numerosas distinciones, estimularon nuevas aportaciones científicas en ese campo, que permitieron profundizar el conocimiento de un problema médico que tenía un fuerte impacto social.
El premio Nobel reconoce la "excepcional visión" de los científicos, que a partir del hallazgo de una bacteria en las biopsias de un centenar de pacientes, establecieron la relación utilizando técnicas sencillas al alcance de cualquier centro sanitario avanzado de la época, como la endoscopia, coloración de tejidos o cultivos.
La idea de que la úlcera estaba causada por un microorganismo ha abierto otras posibilidades, como la de que exista relación entre bacterias o virus y otras enfermedades como la artritis, la arterioesclerosis y la colitis ulcerosa.
Tomado de Ricardo Moreno en EL PAIS
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