25 mayo 2006

EN BUSCA DE CADENAS DE CRÁTERES

Mientras los fragmentos del destrozado cometa 73P/Schwassmann Wachmann 3 se deslizan este mes inofensivamente delante de la Tierra, a plena vista de los telescopios de aficionados, los espectadores solo pueden preguntarse lo que pasaría si un cometa como ése no pasara cerca sino que de hecho, impactara nuestro planeta.

Para responder a esa pregunta, miramos el Desierto del Sahara.

En una distante región azotada por el viento llamada Aorounga, en Chad, se encuentran tres cráteres en fila, cada uno de aproximadamente 10 km de diámetro. "Creemos que esta es una "cadena de cráteres" creada por el impacto de un cometa o asteroide fragmentado hace casi 400 millones de años, a finales del período Davoniano", explica Adriana Ocampo del centro de operaciones de la NASA.

Ocampo y sus colegas descubrieron la cadena en 1996. Al cráter principal "Aorounga Sur" se le conoce desde hace muchos años —sobresale de la arena y puede ser visto desde aeronaves y satélites. Pero un segundo y probablemente un tercer cráter estaban enterrados. Yacían ocultos hasta que el radar a bordo del Transbordador Espacial (SIR-C) penetró el suelo arenoso, revelando sus desiguales contornos.
"Aquí en la Tierra, las cadenas de cráteres son poco usuales", dice Ocampo, pero son comunes en otras partes del Sistema Solar.

Las primeras cadenas de cráteres fueron descubiertas por la sonda espacial Voyager 1 de la NASA. En 1979 cuando la nave sobrevoló Calisto, luna de Júpiter, las cámaras registraron una larga línea de cráteres, con al menos quince, separados a igual distancia, como si alguien hubiera bombardeado la luna con un cañón. Finalmente, se detectaron ocho cadenas en Calisto y tres más en Ganímedes.

Al principio las cadenas eran un enigma. ¿Eran volcánicas? ¿Había un asteroide brincado a lo largo de la superficie de Calisto, como si fuera una piedra saltando a través de un charco?

El misterio fue resuelto en 1993 con el descubrimiento del cometa Shoemaker-Levy 9. SL-9 no era un solo cometa, sino un "collar de perlas", una cadena de 21 fragmentos de cometa creada un año antes cuando la gravedad de Júpiter hizo pedazos al cometa original. En 1994 SL-9 contraatacó, estrellándose en Júpiter. Los espectadores observaron las colosales explosiones en la atmósfera del planeta gigante, y solo fue necesario un poco de imaginación para visualizar el resultado si Júpiter hubiera tenido una superficie sólida: una cadena de cráteres.

Desde entonces, los astrónomos se dieron cuenta de que los cometas fragmentados y los asteroides formados por cúmulos de escombros, son muy comunes. Los cometas se desintegran con demasiada facilidad; la sola luz del Sol puede despedazar sus frágiles núcleos. Además, existe evidencia creciente de que muchos asteroides aparentemente sólidos son acumulaciones de rocas, polvo y piedra sostenidas por una débil gravedad. Cuando estos objetos impactan, producen cadenas.

En 1994, los investigadores Jay Melosh y Ewen Whitaker anunciaron el descubrimiento de dos cadenas de cráteres en la Luna. Una de ellas, en el suelo del cráter Davy, es espectacular —una línea casi perfecta de 23 hoyos, de algunos kilómetros de diámetro cada uno. Esto demostró que las cadenas de cráteres existen en el sistema Tierra-Luna.

Pero, ¿en qué parte de la Tierra se encuentran?

La Tierra tiende a ocultar sus cráteres. "El viento y la lluvia los erosiona, los sedimentos los cubren, y el reciclaje tectónico de la corteza terrestre los desaparece completamente", dice Ocampo. En la Luna, hay millones de cráteres bien conservados. En la Tierra, "hasta ahora solo hemos conseguido encontrar 174".

Parece una tarea para Google. En serio. El astrónomo aficionado Emilio González, inició la técnica en Marzo de 2006. "Utilizo Google Earth", explica. Google Earth es un mapa digital de nuestro planeta hecho de imágenes satelitales unidas. Se pueden hacer acercamientos o alejamientos, sobrevolar y examinar el paisaje con un detalle impresionante. Es un poco como un juego de video —excepto que es real.
González comenzó buscando el cráter de impacto de Kebira en Libia —el más grande del Sahara. Fue muy fácil de observar, recuerda. "Decidí buscar más alrededor". Minutos más tarde estaba "volando" sobre la frontera entre Libia y Chad cuando apareció otro cráter. Y luego otro. Ambos tenían múltiples anillos y un levantamiento central, la salpicadura delatora de un impacto de alta energía. "¡No puede ser tan fácil!", dijo admirado.

Pero lo fue. Al menos uno de los cráteres no había sido catalogado antes, y ambos, casi increíblemente, están alineados con el cráter de Aorounga que se encuentra a 200 km de distancia: mapa. En menos de 30 minutos, González había descubierto dos buenos candidatos de impacto y tal vez había multiplicado la longitud de la cadena de Aorounga. Las horas adicionales de búsqueda no generaron nuevos resultados. "Suerte de principiante", dice riendo. También, gracias a imágenes de alta resolución procedentes del satélite Quickbird, facilitadas por la empresa Eurimage, González espera obtener nuevos datos que corroboren su descubrimiento. (Por si deseas cazar tus propios cráteres en línea, González ofrece estos consejos.)

Ocampo duda que estos cráteres nuevos estén relacionados con Aorounga. "No parecen ser de la misma edad". Pero tampoco puede descartarlos.

"Necesitamos hacer un cierto trabajo de campo", dice. Para demostrar que un cráter es un cráter —y no, digamos, un volcán— los investigadores deben visitar el sitio para buscar señales de impacto extraterrestre tales como "conos astillados" y otros minerales forjados por calor y presión intensos. Este tipo de estudio geológico puede revelar también la edad de un sitio de impacto, señalándolo como parte de una cadena o como un evento independiente.

Las respuestas tal vez tengan que esperar. La guerra civil en Chad y la posibilidad de guerra entre Chad y Sudán impiden que los científicos monten una expedición. Mientras tanto, los investigadores están examinando en detalle las cadenas candidatas en Missouri y España. Aunque esos lugares son más accesibles que Chad, los investigadores aún no pueden acordar si son cadenas o no. Es trabajo difícil.
Ocampo cree que el esfuerzo vale la pena. "La historia de la Tierra está formada por impactos", dice. "Las cadenas de cráteres pueden decirnos cosas interesantes acerca de nuestro planeta".
La búsqueda continúa.
Fuente: NASA CIENCIA